Las Idus de Marzo (oración fúnebre II)

Marzo Quince. Como le dijo el viejo augurio a César ten cuidado con las idus de marzo

La noticia cae pesada. terrible. abrumadora. ensordecedora. 

Una pluma artera cruza ecuatorial por abina14 y decae. 

No parece nada tan importante, nada tan relevante. Es solo una voz que se acalla, un perilla que se gira a la izquierda hasta que un click casi imperceptible corta el fluir de las voces, como si de un grifo se tratase; es aplastar el 1, en vez del 3, donde se había tatuado digitalmente el 88.9. 

Y sin embargo, estas minucias, estas tonterías, estas pequeñas cosas, aquéllas pequeñas cosas son (eran) todo lo que realmente tenemos (¿teníamos?) - las tiempos verbales son premoniciones y recuerdos con nombres ampulosos como pretérito pluscuamperfecto

¿Se cierra la puerta o la puerta se sierra? 

¿Huir, correr, salir, patear la puerta y romper los cristales o pegar con baba un consuelo, una resignación? 

A veces, muchas veces, cuando se cambia algo no se lo transforma, se lo corrompe. 

Tal vez sea hora de dar el salto. El gran salto a un vacío que al principio parecerá infinito y caótico, pues los sentidos acostumbrados a la referencia de la luz y los sonidos se extraviarán en caminos de locura. 

¿Mas, será, como cita Saramago, que  el caos es un orden por descifrar?

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Una genialidad

Nananina comparece por enésima vez a la Tremenda Corte para acusar -también por enésima vez- a Tres Patines por la enésima estafa de la que ha sido víctima producto del enésimo artilugio de prestidigitador empírico de Tres Patines. Se trata, esta vez, del robo de una taquilla de una función de cine benéfica. 

Dentro de las averiguaciones del Tremenedo Juez de la Tremenda Corte en el sumario proceso de juzgamiento, Nananina cuestiona al juzgador: "¿Quiere usted un hombre -refiriéndose a Tres Patines- más careto? 

A lo que el Juez contesta lo que siempre le responde: "No, Nananina, yo lo quiero menos careto, pero es incorregible. Tres Patines no tiene componte, viene todos los días a esta Corte".

Aludido y ofendido, Tres Patines le increpa de vuelta: "¡¿Pero, chico, qué me dices tú, si también vienes todos los días a la Corte?!" 

El juez alza la voz poderosamente y con toda la pompa y majestuosidad de su oficio le dice: "Sí, pero yo vengo en nombre de la ley a acabar con la delincuencia". 

Tres patines, en una genalidad, lo fulmina con la siguiente eternamente retórica pregunta: "¿Y de qué van a trabajar los jueces, chico, cuando se acabe la delincuencia?"

-"Secretario, póngale 20 pesos de multa a tres patines por razonar de esa manera". 

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