II (Proclama)

Publíquese y pregónese en los parajes más frecuentes de la comarca, para que por todos sea conocida y observada la siguiente proclama:

Por el presente acto quedo ungido dictador y en este mismo acto soberano decreto,

Instauro rompido y queda derogado roto.

Revóquese vuelto y vuelva a decirse volvido.

La ese y la zeta se fusionarán en un solo cuerpo,

por compartir la esencia de un mismo espíritu.

La hache será reemplazada per secula seculorum

por la efe cuando esté al inicio de una palabra.

Cuando sea una letra intermedia, se llamará che.

Ordeno, además,

Romper las tablas de la ley,

responder al impulso del vientre,

acallar las voces que ¿dentro de mi cabeza?

me reprimen, me coartan.

Santificar a los que roban por fambre,

y ejecutar sin fórmula de juicio

a las más fipócritas y beatas señoras.

Salir de la casa paterna y comprar un fusil,

para poder arrimarlo contra mi fombro

y silbar una canción de paz.

Asentar las culatas y tapar los cañones,

levantar las faldas de las culonas,

destapar corazones, cerrar ojos,

develar bustos vivos en el centro de la plaza.

Acallar protestas, liberar miedos inveterados,

derogar por decreto la moral de Adriana,

porque la hace infeliz.

Vivir un poco más como los animales,

que es pecar menos como los fombres.

Arrancar frutos de cuajo,

y llevárselos a la boca sólo si la rama cruje,

porque solo así la sabremos virgen.

No deber ni conocer dinero alguno,

regalar mis pocas pertenencias

para que otros me entreguen las suyas.

Voy a derogar los días feriados

e imponer que todos los días sean una fiesta

un santoral pagano de vino y canto.

Aboliré el luto y los velorios,

solo porque no me gustan.

La mayoría de edad se alcanzará

a los dieciséis y así no fabrá estupro,

ni padres vengativos persiguiendo a

novios primaverales, y el vientre acallará

el gruñido del amor insatisfecho.

Del fambre me ocuparé luego.

Y el mundo se poblará,

y las corbatas quedarán para anudarse contra en la nuca,

pues de ellas colgarán coloridos todos mis enemigos.

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Matar es...

Más rico que comerme un pollo asado

                                        - Félix Enrique Zambrano

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I

Escribió ¿Mi existencia dónde va?
Luego pensó. Reflexionó. Fue.
Corrigió: ¿Mi existencia, dónde va?
Así, tal cual, lo envió.
Ella respondió Espéreme un ratito.
El se sentó a esperar y fue feliz
Mientras lo hacía; tanto, que
Calentó café y prendió un cigarrillo.
Ella, en su cuarto, no se apresuró,
Y, sin dejar los libros, sonrió y también fue feliz
.

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Hay un hombre en el cucurucho de mi abuela

Después de muchos años es a la conclusión a la que hemos llegado. 

Mi abuela materna vive a 195 km de mi casa. Habla mucho y confunde los nombres de sus hijas, no por alguna amnesia o dislexia congénita sino por su propia culpa: tuvo cinco y a todas les puso María "algo". A mí me encanta escucharla hablar con su modismo piñarejo y me admiro todos los días de la vitalidad que aún derrocha. 

En Machala -¿pueblo grande, ciudad pequeña?, en todo caso infierno de proporciones moderadas- su obra social ha sido continua y desinteresada durante los últimos 30 años. Ni siquiera cuando empezó a quedarse pobre dejó de ayudar a aquellos verdaderamente pobres. 

Con sus energías intactas (cada vez que la escucho decir que está vieja o que le duele algo pienso que es la repetición de un conjuro contra el tiempo) viaja todo el año de un lado para otro. En una misma semana puede encontrársela tomando café en tres lugares diferentes en un lapso de 24 horas y se da tiempo para visitar a sus nietos que viven en Guayaquil, a sus hermanos en Piñas y, por supuesto, no hay funeral al que no asiste, aún cuando deba hacerlo mediante sus procuradoras especiales (entiéndase mi mamá y mis tías). 

Así, pasa gran parte de su tiempo fuera de su casa, que queda bajo el cuidado esmerado de su eterna ayudante, Digna -Dina según confesión de parte-... Pero llega un momento en que ella decide que debe volver a su casa grande y antigua. 

A veces tiene motivos muy concretos pero cuando no tiene mayor argumento que esgrimir dice que "tiene que arreglar el cucurucho" y sin mayores preámbulos, se regresa a su casa. 

En una de tantas reuniones familiares a alguien se le ocurrió que la única explicación que hay para que mi abuela decida volver con tanta premura a su casa a arreglar el cucurucho es que dentro de él hay un novio secreto que esconde a la familia para evitarnos el mal rato y que se consiguió para aplacar la soledad que nos dejó a todos la prematura muerte de mi abuelo. 

Este blog es, en parte, eso: el regresar a una esquina conocida con propósitos secretos, para encontrarse con el hombre del cucurucho que no soy otro que yo, sentado frente a mi "máquina de escribir" algo melancólico e irreverente. 

Es un tardío descubrir que aquí se pueden escribir cosas y que una vez que se empieza a escribir no se puede olvidar ni relegar el compromiso con la palabra escrita, que es todo lo que tenemos, por lo menos, todo lo que tengo. 

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pronto. 

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