Hay un hombre en el cucurucho de mi abuela

Después de muchos años es a la conclusión a la que hemos llegado. 

Mi abuela materna vive a 195 km de mi casa. Habla mucho y confunde los nombres de sus hijas, no por alguna amnesia o dislexia congénita sino por su propia culpa: tuvo cinco y a todas les puso María "algo". A mí me encanta escucharla hablar con su modismo piñarejo y me admiro todos los días de la vitalidad que aún derrocha. 

En Machala -¿pueblo grande, ciudad pequeña?, en todo caso infierno de proporciones moderadas- su obra social ha sido continua y desinteresada durante los últimos 30 años. Ni siquiera cuando empezó a quedarse pobre dejó de ayudar a aquellos verdaderamente pobres. 

Con sus energías intactas (cada vez que la escucho decir que está vieja o que le duele algo pienso que es la repetición de un conjuro contra el tiempo) viaja todo el año de un lado para otro. En una misma semana puede encontrársela tomando café en tres lugares diferentes en un lapso de 24 horas y se da tiempo para visitar a sus nietos que viven en Guayaquil, a sus hermanos en Piñas y, por supuesto, no hay funeral al que no asiste, aún cuando deba hacerlo mediante sus procuradoras especiales (entiéndase mi mamá y mis tías). 

Así, pasa gran parte de su tiempo fuera de su casa, que queda bajo el cuidado esmerado de su eterna ayudante, Digna -Dina según confesión de parte-... Pero llega un momento en que ella decide que debe volver a su casa grande y antigua. 

A veces tiene motivos muy concretos pero cuando no tiene mayor argumento que esgrimir dice que "tiene que arreglar el cucurucho" y sin mayores preámbulos, se regresa a su casa. 

En una de tantas reuniones familiares a alguien se le ocurrió que la única explicación que hay para que mi abuela decida volver con tanta premura a su casa a arreglar el cucurucho es que dentro de él hay un novio secreto que esconde a la familia para evitarnos el mal rato y que se consiguió para aplacar la soledad que nos dejó a todos la prematura muerte de mi abuelo. 

Este blog es, en parte, eso: el regresar a una esquina conocida con propósitos secretos, para encontrarse con el hombre del cucurucho que no soy otro que yo, sentado frente a mi "máquina de escribir" algo melancólico e irreverente. 

Es un tardío descubrir que aquí se pueden escribir cosas y que una vez que se empieza a escribir no se puede olvidar ni relegar el compromiso con la palabra escrita, que es todo lo que tenemos, por lo menos, todo lo que tengo. 

1 comentarios:

Anónimo,  4 de junio de 2008, 22:12  

Estoy segura que sera un gran blog. Grande la Lolita!

  © Blogger template The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP